Hace ya más de medio siglo desde que un grupo de astronautas de la NASA caminara por la Luna y trajera de vuelta al planeta Tierra una muestra de tierra lunar. Gracias a esta muestra, los científicos han aprovechado para experimentar cultivando las que serían las primeras plantas en la Luna en un futuro no muy lejano.
Y en el año 1982, cuando los soviéticos lograron cultivar con éxito una mala hierba llamada Arabidopsis thaliana en una nave del espacio, todo el mundo supo que había esperanza de que otras plantas brotaran en cuerpos celestes como nuestro satélite, siempre que se dispusieran las condiciones apropiadas para ello.

¿De qué está hecha la tierra lunar?
La tierra lunar nunca ha sido del todo prometedora, ya que está hecha de regolito, una ceniza volcánica muy tóxica para las células de nuestro cuerpo, capaz de dañar el ADN y producir bronquitis cuando se inhala.
Además, esta superficie extraterrestre contiene demasiada sal, metal y oxidación por causa del vaivén de los vientos solares, los golpes de meteoritos y las irritaciones de rayos cósmicos. Al mismo tiempo, en el regolito no se da la cantidad de agua o microbios necesaria para asegurar un desarrollo adecuado de la vegetación.
Cuando hablamos con los investigadores, nos damos cuenta de que es una sorpresa para ellos tanto como para nosotros que algunos brotes de plantas hayan conseguido asentarse en una tierra difícil para su bienestar.
El algodón, una de las primeras plantas en la Luna
Al conversar con Robert Ferl, un horticultor que investiga el cultivo de plantas en tierra lunar para la Universidad de Florida, y le preguntamos qué es lo que piensa él sobre la posibilidad de que la vida terrestre perdure en otros lugares remotos del espacio, es muy tajante: «Esta misión se ha vuelto un desafío que superar».
En 2019, China sorprendió al mundo mostrando unos brotes frágiles de algodón plantados dentro de un módulo que aterrizó en la Luna. La noticia se recibió con ilusión y se asumió como el principio de una etapa floreciente para el universo, a pesar de que estos brotes terminaron congelados a las dos semanas de la germinación.

En 2022, la misión Artemis de la NASA para regresar al satélite ha renovado las ganas de trasladar la biología terrestre al espacio. Esto ha culminado en un nuevo éxito: la germinación de la Arabidopsis thaliana, la mala hierba que los soviéticos cultivaron en una nave espacial en los años ochenta, dentro de la tierra lunar.
La conclusión entre científicos es evidente: la vida es posible en la Luna.
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La lentitud y el estrés, dos retos a superar
Si bien la vida es posible en territorio extraterrestre, los resultados de las primeras plantas en la Luna reflejan dos obstáculos que deben evaluarse cuanto antes: la lentitud del crecimiento de los brotes y el enorme estrés al que las plantas se ven sometidas cuando se cultivan en regolito, el componente del suelo lunar.
«Ver que las semillas brotaban fue asombroso», cuenta Anna-Lisa Paul, investigadora de la Universidad de Florida. «Pero al llegar el día sexto de vida, todo empezó a cambiar». El estrés ocasionó que los pequeños brotes mostraran deformaciones al contacto con el metal y la sal del regolito lunar, un fenómeno muy lógico.
«Por eso los microbios son esenciales para las plantas», explica la ecóloga Gretchen North, del Occidental College. «Los microbios ayudan a regular las hormonas que permiten que los brotes crezcan y asisten en la absorción de nutrientes como el nitrógeno, por ejemplo». Sin embargo, el regolito del suelo lunar apenas tiene microbios.
La vegetación lunar necesitará fertilizante
La solución al problema del suelo lunar no supone, en principio, grandes complicaciones para los científicos: usar fertilizante (terrestre) podría ser el punto y aparte que cambiara la dirección del ser humano en el espacio.
Ya que la carencia de suficiente agua y microbios en la Luna repercute en la adaptabilidad de plantas como el algodón, es obligatorio incorporar el regolito lunar como sustrato para la vegetación de forma eficiente, con más experimentación y análisis. Se sabe que las plantas que más se exponen al regolito crecen muy estresadas.
Anna-Lisa Paul también añade, con más alivio, que «el hecho de que la Arabidopsis thaliana brote en tierra lunar nos sirve para afirmar que no hay patógenos en el satélite que puedan dañar la vida terrestre». En resumen, saber que las plantas se desarrollan en suelos extraterrestres supone un gran avance para el ser humano.
¿Por qué supone un avance?
Estos experimentos son de extrema importancia para la humanidad porque, por un lado, abren la puerta a la posibilidad de permanecer más tiempo en el espacio, viviendo a base de cultivos originados en superficies extraterrestres. Por otro lado, las primeras plantas en la Luna podrían ayudar a sanar nuestro planeta.
«Lograr llevar con nosotros plantas perfectamente cuidadas a la Luna quiere decir que podremos alimentarnos en otros lugares inhóspitos del Sistema Solar, como Marte», dice Robert Ferl. «Pero también significa que podremos purificar el aire con plantas, producir agua potable o incluso reducir el dióxido de carbono en la Tierra».
Descubrir interesantes hábitats en la Luna para nuestras plantas ayuda a responder mejor a muchas preguntas: ¿Hay zonas del satélite más propicias para el cultivo que otras? ¿Se pueden desarrollar estrategias para disminuir el estrés de la naturaleza en el suelo lunar? Y, especialmente: ¿Podemos plantearnos lo mismo en Marte?
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