De los más de dos mil cuadros que completó, las pinturas de flores de Monet son las que representan el devenir de la naturaleza. El propio pintor admitió que su inspiración artística nacía de los jardines y de los cambios que las plantas sufrían bajo la luz y con el paso del tiempo. Esta fue la esencia del impresionismo.

¿Qué es el impresionismo de Monet?
En los talleres franceses de finales del siglo 19 fue desarrollándose silenciosamente un movimiento artístico que consistía en plasmar las impresiones visuales del mundo natural y la vida cotidiana del pueblo. Hoy en día conocemos como «impresionismo» al movimiento que rompió con la rigidez del arte renacentista.
Entre los pintores rebeldes que se apartaron de las técnicas clásicas estuvieron Edgar Degas, Camille Pissarro y Claude Monet. Estos artistas se tomaron su rebeldía tan en serio que crearon el grupo Sociedad Anónima de Pintores. A Monet, por ejemplo, le encantaba observar la naturaleza y pintar el jardín de su casa.



La naturaleza cambiante, la luz y las estaciones
Monet no tardó en darse cuenta de que la naturaleza era muy diferente según la hora del día en que la observara. Una rosa no se veía igual bajo la luz del sol matinal que envuelta en las sombras de la tarde, de ahí que las pinturas de flores de Monet se caracterizaran por unos trazos cortos y espontáneos.
Su objetivo artístico era claro: Monet buscaba representar la fugacidad de los jardines, teniendo en consideración los efectos de la iluminación natural, las estaciones y la hora del día. El lienzo mostró las impresiones de Monet del paisaje que tenía delante, especialmente el paisaje de la costa de Normandía.
Las pinturas de flores de Monet
Las pinturas de flores de Monet son muchísimas y variadas, con curiosos lirios de agua gigantes, amapolas y crisantemos de protagonistas pictóricos. Como estos cuadros celebran los placeres y los momentos de ocio familiares, muchas veces aparecen retratados su esposa y su hijo entre los jardines de casa.
En la residencia que tenía en Giverny, por ejemplo, Monet construyó un estanque de nenúfares que luego pintaría en la última serie de cuadros con la que despediría su carrera. En esta serie, el artista exploró los cambios de luz, el movimiento del agua y la transición de los nenúfares en el estanque.

Era común que las pinturas de flores de Monet fueran reproducciones de estudios repetidos sobre los paisajes, alterando nada más que los halos de luz sobre las plantas. La vida moderna no era un motivo artístico que causara gran interés en Monet, de hecho, su inspiración provenía de una visión radical de la naturaleza.
Características de las pinturas
A partir de aquí, el artista observaba con mucho detalle los astros reflejados sobre los lagos y los ríos, dando pinceladas nerviosas que buscaban imitar la fragilidad luminosa del agua. Como vemos, no es posible entender las pinturas más famosas de Monet sin antes entender antes su fijación por la luz y el paisaje.

De igual manera, los rosales, los sauces llorones, las dalias y los gladiolos aparecen retratados en las pinturas de flores de Monet con la belleza que les aportan la luz y las sombras fugaces. Esta singularidad artística de Monet supuso una influencia fundamental en el trabajo de visionarios como van Gogh y Matisse.
La carrera de Monet despegó entre 1880 y 1890, y no dejó de pintar hasta que llegó el final de su vida en 1926. La crítica conocía las particularidades del artista por sus series de cuadros, las cuales dividían una misma escena en momentos del día diferentes y con diferentes impresiones según los cambios de estación.
Girasol

Monet pintó muchos tipos de girasoles alegres a lo largo de su vida, con trazos cortos y valiéndose de tres colores: el verde, el naranja y el rojo. Van Gogh escribió: «Gauguin había visto un cuadro de Claude Monet de girasoles en un gran jarrón japonés, muy bonito. Pero a él le gusta más el mío. No soy de esa opinión».
Rosal

Un comerciante textil de París encargó a Monet una serie de cuadros donde el gran protagonista eran varios tipos de rosales plantados en el jardín de su casa. Las ramas de estos arbustos se confunden con la atmósfera azul del cielo a partir de trazos ondulantes que dejaron fascinado a Ernest Hoschedé.
Anémona

Una de las pinturas de flores de Monet donde más destaca el impresionismo es la Naturaleza muerta con anémonas, donde las capas de color amarillas, púrpuras y violetas se vuelven más intensas en los pétalos de las flores frente a los colores oscuros del follaje de fondo, delineado con pinceladas intensas.
Iris

La flor del iris ocupa una extensa serie de cuadros de Monet y resulta ser la protagonista de las representaciones más puras del artista, quien utiliza colores frescos y naturales para trazar líneas con mínimos matices: el azul cobalto y el violeta cobalto destacan por encima del amarillo y el naranja de cadmio.
Tulipán

En el Florero de tulipanes vemos tulipanes rojos y tulipanes blancos delineados con trazos gruesos, característicos de toda la obra de Monet y del movimiento impresionista en general. Este cuadro famoso se creó con la finalidad de inspirar a la nueva generación de pintores que se formaba en los talleres franceses.
Rosa de Navidad

Una de las plantas de invierno que más encontramos en las mesas de casa es la rosa de Navidad, una flor fácil de cuidar con una historia bíblica importante. Monet se vale de su estilo impresionista para crear pinceladas breves, espontáneas y ondeantes que delinean los pétalos suaves de las flores blancas y puras.
Nenúfar

Como homenaje a la tranquilidad y la meditación, Monet pinta una serie de cuadros centrados en el significado de los nenúfares azules. Esta planta se caracteriza por sus flores perfumadas y el follaje redondeado. Es una de las pinturas de flores de Monet que se terminaron en la casa alquilada de Giverny.
Gladiolo

Entre 1878 y 1880, el artista plasmó la idea de la «naturaleza muerta» en una serie de al menos quince pinturas de flores de Monet. Estas pinturas eran retratos de gladiolos, variedades de lirios y margaritas en jarrones. Los colores brillantes que Monet empleó para esta tarea se combinaron con pinceladas exuberantes.
Alcachofa de Jerusalén
Las Alcachofas de Jerusalén son unas flores norteamericanas que comparten parentesco con los girasoles. Monet las pintó como parte de una serie de cuadros que buscaban representar la naturaleza muerta. Aquí los trazos se consiguen con pinceladas breves y tonalidades sobrias que aportan calidez a la imagen.
Azalea

En sus últimos años de carrera, Monet se dedicó a explorar la técnica de pintura impresionista con su típica pincelada pesada de trazo grueso. El cuadro muestra el delicado cuidado de las azaleas en maceta, haciendo resaltar la flor con tonalidades blancas y sin sombras. El fondo es liso y cálido.
Peonía

La serie de la naturaleza muerta muestra un jarrón con peonías en perfecto estado. Además, destaca la flor grande, perfumada y profundamente lobulada, justo por encima del follaje compuesto. Los colores rojo, blanco, rosáceo y pajizo de Monet se reúnen en unas pinceladas gruesas para retratar esta bonita planta.
Diente de león

El vuelo del diente de león no es la única característica misteriosa que esta hierba tiene por ofrecer al mundo. Esta es una de las pinturas de flores de Monet que más destacan del conjunto de su obra artística porque nunca llegó a exponerse en público y la adquirió un desconocido en los años 50 del siglo 20.
Crisantemo

Monet no solo disfrutaba de la pintura. Además, era un talentoso jardinero a quien le gustaba coleccionar flores, árboles y arbustos de toda clase en Normandía. El crisantemo es una de las flores que más fascinaban al artista. De ahí que le dedicara más de un retrato y fuera parte de la serie de pinturas de flores de Monet.
Dalia

Las pinturas dedicadas a la naturaleza muerta fue una característica esencial dentro del movimiento impresionista francés. Por eso, Monet dedicó un retrato al cuidado de las dalias, que son flores compuestas reconocidas por su gama de colores extensa. Sus hojas simples segmentadas son dentadas o cortadas.